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El Arbol de la Vida: La fragilidad y el duelo

Del eter al seno familiar y sin escalas.  Como sí se tratara de una describir una secuencia de ADN vital en la cual se entrelazan la vida familiar, el cosmos, el vacío o la prehistoria, Terrence Mallick, examina con el cine como lupa, la fragilidad de la vida sobre el planeta tierra. Buscando que tal examen ponga por igual en el mismo plano posible, tanto a un dinosaurio recién nacido como a unos niños de los años 50 en Estados Unidos, mientras juguetean por un bosque. Esta especie de experimento visual que disecciona y trasega por la fragilidad vital, por momentos es realizada desde una especie de mirada espiritual que guía lo que la cámara mira, el espiritú de quienes se han ido, y de alguna manera aun nos acompañan, o tal vez nos negamos a dejar partir. Mallick incluye en esa fragilidad en la que indaga en El Arbol de la Vida, la incapacidad del ser humano para retener lo que ama, incluso para comprenderlo y en tanto saberlo valorar.


Es una conjunción de secuencias sobre este tipo de limitantes vitales, no solo humanas.  Dentro de esa sucesión lo más destacable es la historia de una familia anudada a la perdida de uno de sus hijos a temprana edad, perdida que ha marcado tanto a los padres como los hijos. Tal nudo además, se remite, al amor faltante de un padre que no supo instruir las reglas en su hogar de una manera aceptable, sino de facto, por la fuerza. Es decir el vacío de un padre simbólico para la familia y para los hijos. Contrapuesto por ende al vacío de un padre que no supo quienes eran sus hijos, pues no les permitió mostrarse como eran. Exposición de limitantes humanas que afectan en su profundidad interior de la manera más devastadora para los protagonistas.


Puede que no haya grandes llantos, arrebatos o demás, más sin embargo el drama contenido y brillantemente encarnado por Brad Pitt o Jessica Chastain, nos da cuenta de un relato sobre que tan intenso puede ser un duelo y una ausencia. Llevado al punto, en que vale la pena señalar que en muchos de los casos, jamás hay una recuperación de un duelo. Es ahí donde gravita el mayor merito de Terrence Mallick, al transmitirnos cuan grave puede ser una perdida, especialmente de un ser querido, la cual muy posiblemente en nuestras limitantes humanas y mortales, quizás no podamos evitar. Pero aun así, existe el chance de hacer la mejor vida posible para los que nos rodean y nosotros mismos, mientras se pueda, mientras el portal de la vida permanezca abierto para nosotros.


La estética visual, tanto fotográfica como cinematográfica en la que compone plano a plano, ya lo advertíamos, como sugiriendo, la mirada de un espíritu, siguiendo la vida de la familia O’Brien, es de una armonía y delicadeza dignas de una maestro del cine como lo es Mallick.
Pero entendamos que el director no hace ello como un ejercicio de jactancia o simplemente por denotar una pericia estética. Como lo entiendo, es como una forma de retratar cinematográficamente, lo más respetuosamente posible este duelo familiar, emparentado con ese universo interno y externo en el que estamos inmersos inevitablemente.

Es un relato, donde se deja mucho espacio para que el espectador pueda seguir indagando, pueda llenar con sus ideas, conjeturas e historias propias lo que ahí se muestra. Es decir, hay mucho que no se dice o cuenta, pero que cada uno podría entender o complementar. Quizás ahí esta la dificultad de entender estas historias tan abiertas en su narrativa, y por lo que muchas personas, con razón, al estar acostumbrados a relatos más cerrados, se estrellan con El Arbol de la Vida.


Sin embargo, Mallick, hace un uso, en edición muy crudo, de sus imágenes sobre el universo y el cosmos, tanto así, que parecería uno por momentos estar viendo una exposición de power point, sí bien la edición en la historia de la Familia O’Brien, es tan armoníca como toda su composición previa, en las imágenes sobre el cosmos, es cortante, sin una continuidad, que facilite, no sentirse mirando un documental mudo sobre el espacio exterior. Si uno mira una película cercana en temática y en tiempo, como es Melancolía de Lars Von Trier (2011), el uso del espacio cósmico dentro de la historia, tiene una composición mucho más armoníca.  O para ir más lejos, como lo plantea Ambrose Heron ahí esta Odisea en el Espacio 2001 (Stanley Kubrick, 1968), también se indaga sobre el universo y el ser humano en su vida particular.  Pero Kubrick hila de forma magistral la prehistoria, el cosmos, la vida en el espacio de tal forma que no sean más que notas de una sola compocisión.  Ello da muestra de la posibilidad de componer mejor este tipo de imágenes. Más sin embargo Mallick quiso ser chocante con ellas, o radical digamos, y no ello no es muy agradable. El cosmos no irrumpe en nosotros de esa manera tan escueta y gratuita, ni siquiera visto por un espiritú, me parece.


Sean Penn, diría, en un papel algo menor, y escondido en la película, con su personaje que aparece en el mundo contemporáneo, se supone, a inicios del siglo 21, quiero decir, ayuda obviamente a componer, el estrago del duelo y del vacío de un padre que fue más real que simbólico. Y desde ese personaje recuerda personajes con perdidas y extraviados en la vida en los que ha hecho carrera como en U Turn (Oliver Stone, 1997) o 21 Gramos (Alejandro González Iñàrritu, 2003).

La película en 2011 con el advenimiento del fin de ciclo según Los Mayas y demás, inevitablemente encuentra puntos en común con otras películas, como puede ser Melancolía (Lars Von Trier, 2011) en su reflexión sobre los dramas y desastres familiares y el cosmos. Con Contagio (Steven Soderbergh, 2011) sobre cierto clima pesimista frente al entorno del ser humano. Pero también recuerda en su viaje a través de varias épocas del planeta y el universo a La Fuente de la Vida (Darren Arronofsky, 2006) y a la misma Babel (González Irràñitu, 2006) donde el protagonista también es Brad Pitt, por hacer relatos fragmentados unidos sobre las limitantes y pesares humanos, más allá de vivirlos en lugares y con pasados diferentes.


Quizás por mi parte esperaba algo de esas historias, al saber algo de este Proyecto llamado El Arbol de la Vida, algo de eso, ejecutado con la maestría de Mallick, más sin embargo, nos quedamos con uno de los fragmentos esenciales de la película, como es el duelo de la familia O’Brien como lo más destacable, no siendo esta de todos modos, la película que esperábamos de él.

Indagando un poco en el sentido cabalístico de El Arbol de la Vida, con sus diferentes dimensiones, con animo de encontrar algo de más sentido a la película de Mallick, es posible decir que lo valioso, se centra una vez más, en el relato familiar de los O'Brien de Texas.  A través de ellos el director hace un examen de esos defectos y limitantes humanos que detienen al ser humano en superarse a sí mismo.  Para ello basta con extractar un capitulo crucial en la vida de una familia.  La severidad de un padre no conjugada con la compasión por ejemplo, es una de esas limitantes a las que nos referimos, y que que quizas estan esbozadas en el concepto de El Arbol de la Vida.  Defectos que sumerjen a una familia por varias generaciones en dolor, melancolía y un estancamiento moral y emocional.  Igualmente la desconexion entre lo femenino y lo masculino, tal como se retrata entre la madre y el padre de la familia O'Brien, es una más de esas fracturas en ese examen del equilibrio vital que Terrence Mallick nos deja con su película.  Ahora se dispone, tras haber estado muchos años sin realizar films, a dirigir 4 en 2 años, en un inusual e intenso trabajo con sus proyectos: Viaje del Tiempo (2012), Proyecto Intitulado (2012), Lawless (2013) y Caballero de Copas (2013).


Palma de Oro de Cannes a Mejor Película 2011. Nominada a los Premios Oscar a Mejor Película, Mejor Fotografía y Mejor Dirección. Premio Gotham a Mejor Película. Premio Golden Trailer al Mejor Avance de Película Independiente. Premio IMP al Afiche más Arriesgado. (Click en el enlace para ver el poster).
Dirección y Guión: Terrence Mallick. 149 min. USA 2011.
Reparto: Brad Pitt, Jessica Chastain y Sean Penn. Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Emmanuel Lubezky. Dirección de Arte: David Crank. Edición: Hank Corwin, Jay Rabinowitz, Daniel Rezende, Billy Weber y Mark Yoshikawa.
Productores: Sarah Green, Grant Hill, Bill Pohlad y Dede Gardner.
Productoras: Brace Cove Productions, Cottonwood Pictures, Plan B Entertainment y River Road Entertainment.

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