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LA GUERRA, por un Caballo


 Spielberg deja de lado territorios habituales para el en el cine, como pueden ser la ciencia ficción o las aventuras, para embarcarse en un drama épico lo más clásico posible. Sin duda en películas como El Imperio del Sol (1987), La Lista de Schindler (1993) o Salvando el Soldado Ryan (1998), ya había dejado trazas importantes de los dramas, perdidas y cicatrices que dejan las guerras en los seres humanos. Pero en comparación a las citadas, War Horse es una película mucho más sencilla y menos compleja. En War Horse parece querer recordar estéticamente películas clásicas como: Lo que el viento se llevo (Victor Fleming, 1939), o Las Uvas de la Ira (1940) y Que verde era mi valle (1941) de John Ford. Una narrativa pausada acorde con el tiempo de una apartada granja inglesa y de una familia que ha preferido olvidar parte de su pasado. Crepúsculos casi sepia, planos abiertos, una sola línea de tiempo en el relato, sin mayores intrincaciones o truculencias paralelas.


War Horse, basada en la novela de Michael Morpurgo (1982), se emparenta con fantasías enfrentadas al mundo de la guerra y la crueldad que trae consigo, como la recientemente adaptada El Curioso Caso de Benjamin Button (David Fincher, 2008) de la novela de F. Scott Fitzgerald. No es que War Horse, sea una película antibélica, simplemente opone o contrasta lo mágico frente a lo atroz.

En War Horse hay un relato lineal en donde se esgrime lo mágico frente a lo bélico. Se parte sin embargo de una especie de micro guerra social, cultural, de egos en el pueblito ingles, para llegar a lo macro guerra, la de los grandes intereses políticos y económicos, la primera guerra mundial de inicios del siglo veinte.

La historia en sí, trata sobre lo que significa un solo personaje para muchos otros, los cuales se desconocen en su gran mayoría, o no tendrán mayor relación entre sí, todos están unidos, esencialmente por Joey, un caballo canela con cuatro medias blancas y una cruz en su frente, excelente para las carreras y con un rostro algo melancólico. Las medias son solo manchas de nacimiento. Hay claro una historia, pero el desenvolvimiento del supuesto personaje principal de principio a fin, el joven Albert Narracott, es algo que sí les apetece, ustedes mismos comprobarán.

 
Albert es un joven que se enamora de Joey, como solo los jóvenes pueden hacerlo, de las pasiones, caprichos y deseos de su edad. Pero Joey tiene un destino cambiante y que no puede controlar, ni el ni nadie, como sucede con los que no tienen privilegios en tiempos de guerra.  Es una veleta del destino, una que representa la fuerza de trabajo, tanto en el campo como en la guerra, más sin embargo, se trata de una guerra que esta por cambiarlo todo, incluso la forma en que funcionan las maquinarias de la muerte, y es ahí donde los animales como los caballos, van siendo poco a poco obsoletos frente a los vehículos motorizados, las ametralladoras y demás.


Por tanto Joey representa también el símbolo de la fuerza animal al servicio del hombre desde la antigüedad, pero que esta por ser suplantada por la maquinaria industrial, en ese cambio se incluye también al hombre. Una cierta inocencia va muriendo ahí, una cierta “caballerosidad” del hombre en la batalla.  En una de esas batallas vemos representado el infierno de Somme (Francia, 1916), llamada una de las más sangrientas de la historia, y es ahí donde surge una lección de humanidad, en el mismo infierno. Merced a Joey y lo que despertó en el frente alemán e ingles.

Igual sucede como los demás personajes, un oficial del ejercito ingles para quien representa una promesa y alguien que engalana su ego. Un par de jóvenes y casi niños soldados alemanes que encuentran una vía para salvar heridos con una improvisada ambulancia tirada por caballos, así como también para salvar a los caballos del sacrificio. Una niña francesa que ve en Joey la única buena noticia que le ha dado la guerra. Un soldado ingles y otro alemán que arriesgan su vida en medio de la línea de batalla. Un soldado alemán encargado de los caballos y que aun cuenta con sentimientos para compadecerse del uso despiadado de los mismos. Un joven que logra cual Alejandro Magno, no solo domar un potro salvaje, sino también arar un pedregal para su familia. Un viejo granjero francés que daría todo por salvar a Joey y así una sonrisa para su nieta huérfana. Joey es un personaje del campo que siendo pobre tuvo que ir a combatir y ahí vivió toda la tragedia propia de un prisionero de guerra.



Joey no tiene palabras para contar lo que siente o lo que extraña y anhela, como lo puede hacer Espartaco, más sin embargo es el protagonista esencial de la historia. No lo es una persona, quizás porque lo que el autor y el director buscan resaltar, es esa perdida de humanidad de la guerra, pero al mismo tiempo, como las mismas unen a muchos seres despertando diversos sentimientos, aunque no haya relación alguna entre ellos. Tal relación, son fragmentos de humanidad, aberturas de un diafragma que se abre y cierra rápidamente, pues los tiempos de guerra son los más cambiantes que puedan existir.
Tiempos de perdida “La guerra nos quita todo” menciona uno de los personajes.


Joey representa todo eso que acompaño y represento por un instante a varios seres, pero no se quedo con ellos, solo un buen recuerdo en medio de la tormenta.
Por tanto en War Horse, avanza el tiempo de la historia, la maquina destructora que va avasallando más que nunca cuando hay guerras y confrontaciones, pero también se sobre imponen a esa narrativa los sentimientos y lo que vendrá a dejarle Joey a cada uno de los personajes que encontrará a su paso. Por tanto War Horse, más que un tiempo histórico lineal durante la primera guerra mundial, lo que hace es decantar para nosotros el tiempo evocativo alrededor de este caballo de mil batallas. Lo que podríamos evocar sobre lo que Joey le dejo a otros.


Spielberg
Recordábamos al inicio otras películas de guerra como El Imperio del Sol, Rescatando al Soldado Ryan o La Lista de Schindler, incluso la saga de Indiana Jones esta toda inmiscuida en medio de la segunda guerra mundial y comienzo de la guerra fría. War Horse guarda de constancia con las tres primeras, la narración de como evoluciona y es derribada la inocencia en medio de la guerra. La diferencia creo esta en que el personaje principal de todos modos, no es ningún ser humano, capaz de hacer explícitos gran parte de sus sentimientos y mundo interior. War Horse es una de las dos películas que Spielberg realizó en 2011, junto con Las Aventuras de Tintín, en ambas rinde un homenaje, de alguna manera a la cultura europea, en War Horse al pueblo ingles y los que lucharon en la primera gran guerra, y en la segunda a Hergé, el autor belga de Tintín. Lo otro que conserva definitivamente del sello del director, es esa dimensión de asombro dentro de los avatares más intensos que la realidad pueda brindarnos, aun en medio de la guerra, puede surgir algo capaza de asombrarnos, e iluminar mágicamente lo que creíamos perdido.


La película aspira a ser una de las ganadoras del Premio Oscar a Mejor Película, así como también otras cinco nominaciones. Aunque la verdad, según el recorrido por diferentes premiaciones, las verdaderas opcionadas serán The Help, Los Descendientes y El Artista. War Horse gano el Premio a Mejor Película del AFI American Film Institute y estuvo entre las 10 mejores del National Board Review (Consejo Nacional de Crítica – USA) en 2011.

Director: Steven Spielberg . Guión: Lee Hall y Richard Curtis basado en la novela ”War Horse” de Michael Morpurgo. Música: John Williams. Fotografía: Janusz Kaminski.
Interpretes: Jeremy Irvine, Peter Mullan, Emily Watson, Rose Narracott, Niels Arestrup, David Thewlis, Tom Hiddleston y Benedict Cumberbatch.
Productoras: DreamWorks SKG, Reliance Entertainment, Amblin Entertainment, Kennedy/Marshall Company y Touchstone Pictures. USA 146 min. 2011

Por William Lucero Salcedo

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