.

Habemus Dilemma

Nanni Moretti se distancia un tanto de sus comedias familiares para tocar eso que puede llamarse, grandes temas, en este caso, la elección de un nuevo Papá en su película Habemus Papam. Para ello se centra en el conclave o reunión que hacen los cardenales para elegir el nuevo pontífice en el Vaticano, tal como lo hiciera Ron Howard con su película “Ángeles y Demonios (2009)”. Sin embargo en lugar de escoger la intriga, el drama o un drama que documente este evento, opta por una especie de comedia con dosis de dramatismo y teatralidad.


Para ello Moretti toma esta situación de alto calibre a nivel de la política religiosa y el fervor religioso de una buena parte de la humanidad, como es elegir al sucesor de Pedro, y lo coloca en una cuerda floja. Nos hace evidente el delicado equilibrio en que cualquier persona al ser elegida para este cargo, privilegio o responsabilidad se encuentra. La cuerda floja esta sostenida de un lado, del mundo de la fe, ese portal al reino de los cielos, al Reino como tal, ahí incluyamos al Vaticano con sus códigos y procedimientos. En el otro extremo eso que llaman desde la religión “lo mundano”, el mismo mundo con su cotidianidad y avatares diarios. El equilibrista en este caso es un cardenal de los elegibles para ser Papá, quien carga con el miedo de representar a Dios y al mismo tiempo a los seres humanos. Es tan horroroso para el personaje, esta suposición, este peso, en el que quizás, uno se atreve a especular, puede sentirse como colocarse en el lugar del Uno solo, en esa especie de esencialidad inmanente, por fuera del alcance humano, y se supone, dentro de lo normal, para lo que entendemos por “divino”. Un lugar donde la subjetividad es anulada y ocupada totalmente por algo superior a ella. Tal temor es lo que hace temblar a este trapecista pontífice, eso y asumir esos grados de representatividad tan complejos, tanto de lo divino como de lo humano. Moretti ha retratado ese dilema, ese frágil equilibrio, con tanta sencillez y humanidad, al mismo tiempo, para hacerlo incluso gracioso, pero ojo, sin carcajadas estrepitosas. 


Para el Cardenal Melville que es escogido Papá, es difícil no siendo el favorito o preferido de la mayoría, asumir este papel, máxime si es escogido más por una tercería que desatasque votaciones sucesivas en las cuales los dos favoritos no logran alcanzar la mayoría suficiente. Igualmente parece ser imposible, aceptar que como el mismo, puede desde su subjetividad, sin anularla, ser Papá, y ese mediador entre lo divino y lo humano. De ahí que huye, buscando su subjetividad abandonada tal vez… O tal vez la posibilidad de articular un discurso frente a la cristiandad en un mundo como el actual, un discurso esperanzador, optimista…
Pero todos sabemos, lo difícil de encontrar algo así. En esa huida al mundo como tal del Papá, este hombre más del Reino, del mundo de la fe que otra cosa, es apenas normal que resulte gateando y trastabillando, pues desconoce el mundo al que se enfrenta, ese mismo al que tiene que ofrecerle un discurso y por supuesto un proyecto para la Iglesia Católica durante su pontificado. En ese mundo lo vemos lleno de equívocos, actos fallidos, errores, desvaríos, porque no esta adaptado a el, no se ha preparado para desenvolverse en el, pero sin duda es tan o más humano que cualquiera de nosotros. Y es esa humanidad a gatas buscando llenar ese trono de lo divino en la tierra, lo que resulta conmovedora y teatralmente gracioso.
Un hombre escogido para representar a toda una Iglesia y guiarla, no esta apto sin embargo para desenvolverse diariamente en el mundo actual. Toda una contradicción digna de escenificarse y de despertar simpatía y asombro.


Esta cuerda floja tiene elementos que le suman comicidad y más teatralidad, como un psicoanalista que es convocado para tratar al Papá en crisis, más sin embargo no puede tener una charla con la más mínima privacidad, sino con todo el conclave escuchando la consulta.
El psicoanalista mismo al ver fallida su incursión opta por la lúdica para soportar la espera, el aplazamiento al que la angustia del Papá los ha llevado. Esa espera se proyecta a toda la Iglesia Católica y el circo mediático alrededor. La sociedad, las instituciones, las iglesias, parecen no estar facultadas para poder lidiar con los dilemas de la subjetividad, un alto jerarca, como en este caso de la Iglesia, no debe y no puede dudar o vacilar, debe ASUMIR. Vale preguntarse entonces, que tan validas son las instituciones, sí de ella dependemos millones de sujetos, más sin embargo la subjetividad no tiene una verdadera cabida ahí en sus máximos representantes. ¿Qué tanto nos representan, si no les esta permitido ser sujetos como nosotros? ¿No será acaso esa la razón, por la cual las instituciones son frías e indiferentes e incluso crueles con la mayoría de la sociedad? ¿Qué instituciones estamos fortaleciendo desde la base, si ahí, lo humano, lo subjetivo, no tiene cabida?

Lo teatral esta inmerso en Habemus Papam, tanto que incluso, el Cardenal Melville, se refugia recordando las obras teatrales de su hermana y yendo a una obra de Chejov en Roma, así como también mencionándole a una psicoanalista, que su profesión es ser actor. Es una metáfora de su rol, el representa, a otros, en un escenario y ante un gran publico. Más sin embargo, no es el actor de su propia vida, o al menos, al ser Papá, teme definitivamente no tener la posibilidad de lograrlo.


Dirección: Nanni Moretti. Guión: Nanni Moretti, Francesco Piccolo y Federica Pontremoli. Italia 102 min. (2011).  Reparto: Michel Piccoli (El Papá), Nanni Moretti (Psicoanalista), Margherita Buy (La Psicoanalista), Jerzy Stuhr (El Portavoz), Renato Scarpa (Cardinal Gregori) y Franco Graziosi (Cardinal Bollati).
Nominada a la Palma de Oro de Cannes, Globo Dorado de Italia a Mejor Película y 6 Premios del Sindicato de Periodistas de Cine de Italia.
Productoras: Sacher Film, Fandango, Le Pacte y France 3 Cinéma

Etiquetas

  © Blogger template 'Ultimatum' by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP