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Moneyball: Ideas contra la crisis

Bennet Miller en su tercera película Moneyball (2011), después de The Cruise (1998) y Capote (2005), da muestras de su talento, para hacer verdaderos retratos cinematográficos de un universo y una situación. Lo hace sin aspavientos, y transmitiendo la esencia de los mundos donde suceden las historias que cuenta. Se puede ver perfectamente en su filmografía que se toma su tiempo para cada proyecto, siete años entre sí, entre sus tres películas, y dos de ellas nominadas a Mejor Película en los Premios Oscar.
En Moneyball llamada también El Juego de la Fortuna en español, y basado en el libro de Michael Lewis “Moneyball: El arte de ganar un juego desleal” (2003), Miller nos introduce a una especie de tras escena del espectáculo, entendido el espectáculo como lo son las grandes ligas de Beisbol. Ahí transitamos no por el jardín central tanto como por las oficinas, los tableros y las juntas de planificación de la temporada. En una época de crisis económica y social como la que vive Estados Unidos y una buena parte de ese llamado primer mundo, lo normal es que se habla de reajustes de personal, recortes de presupuesto, apretarse el cinturón y demás. Moneyball siendo una historia basada en hechos reales ocurridos en la temporada de beisbol de 2002 con el equipo de los Atléticos de Oakland, calza como anillo al dedo con esta época en Estados Unidos, y viene a ser una especie de fabula ejemplificante para ese contexto.


Para ello Miller decide retratar sin apasionamientos un suceso deportivo de aquellos que merecen documentales y especiales televisivos. Es una estética dentro de la cual se describe como se planifico ese suceso deportivo, un hecho de la realidad, de una forma honesta y discreta. Quizás porque, lo más importante no es el suceso, sino lo que sus personajes principales sentían. Por tanto el director trata de ser consecuente con el clima emocional de sus protagonistas principales. Para el caso, no se trata ni de un bateador ni de un lanzador, sino de Billy Bean (Brad Pitt), exjugador de beisbol y gerente de los Atléticos de Oakland, junto a Peter Brand (Jonah Hill), un economista de Yale y asistente del gerente. Que fácil con una historia de estas es videoclipear la realidad, volverla casi un comic como en The Rookie of the Year (Daniel Stern, 1993), o una tremenda novela dramática como en The Natural (Barry Levinson, 1984), o quizás un documental. Bueno, Miller opta por desdramatizar la historia, ser consecuente con cierta contención emocional de los personajes, pero también con el clima en que se desarrollo. Los Atléticos de Oakland obtuvieron una racha histórica de 20 juegos invicto en 2002, sin embargo el clima en que se gesto ese logro, no fue nada bueno. Se respiraba algo así como que la cosa estaba jodida y había simplemente que apretarse el cinturón. Lo que dicen siempre los que están en los altos cargos, así sin más. 


Las oficinas del beisbol y la pretemporada requiere reuniones, informes de los ojeadores, reuniones, negociaciones, regateos, traspasos y despidos, además claro de los entrenamientos. Miller describe ese mundo tradicional del beisbol, como los de cualquier otra estructura, en el deporte o en la sociedad, establecido con sus propias normas. También ambienta la situación de crisis económica en este equipo. A ambas se oponen el mundo de las ideas, aquel en que los sujetos por más empequeñecidos que se vean por las grandes estructuras y sus sistemas, desean que su particularidad emerja, sobresalga al menos, y no sea anulada por el todo. Tales luchas se dan como vías alternativas para encontrar puntos de giro, transformaciones que permitan tanto que los individuos se destaquen, así como también que las instituciones estancadas logren reorientarse. Estamos acostumbrados (algunos) a ver el espectáculo, el showtime de los deportes bajo los grandes paneles de reflectores.
En Moneyball lo que hay es la mirada a un casillero, a un closet donde se gestan hoy en día esos espectáculos. Los deportistas son reducidos a números, informática, estadísticas, software predictivos que desglosan el rendimiento en algo que permita adivinar, de la mejor manera posible, cuales serán las mejores contrataciones.
Como dice una frase del Circo de Soleil “Sí no tienes esperanza, inventa”, en su obra “Alegría”, de esta manera en Moneyball se describe como dentro de una situación difícil y contra estructuras tradicionales, se hace necesario idear algo nuevo para encontrar algún revulsivo, o simplemente dejarse llevar por la corriente.
Bennet Miller hace uso de una fotografía que transmite el mal clima circundante, el peso del entorno sobre las personas, la inmensidad de las instituciones y sus moles y sistemas burocráticos frente a los insignificantes seres humanos y sus sentimientos y vidas particulares. Instituciones frías, cibernéticas casi, en las que los personajes buscan no solo sobresalir, sino no perder su particularidad enmarañados en esas moles. Todo ello merito de Wally Pfister, el director de fotografía de cabecera de Christopher Nolan. En tanto la película es la crónica de esa búsqueda, de esa transformación. Transformación que también en el fondo es una manera de competir, pero también de reducir a otros seres humanos a cifras, datos y estadísticas.
En cuanto al reparto, digamos, que es fácil destacar una actuación o destacarse como actor con un personaje de carácter, con un tipo impetuoso, intempestivo, este loco o cuerdo, sin embargo cuando hay algo de carácter, pero en realidad se trata más del frio papel de un administrador, tratando de revertir una mala racha, sin ningún gran talento aparente, ahí es muy importante hacer el trabajo en su esencia, pues el personaje no es brillante, y ahí se han destacado Brad Pitt especialmente y Philip Seymour Hoffman. Luego el personaje de Jonah Hill, no nos parece nada del otro mundo, es más de lo que le hemos visto a este gracioso chico en sus diversas comedias. Un chico blanco de gafas, gordito, bajo perfil y buena gente. Dentro de eso no vemos ninguna verdadera diferencia que amerite haber sido nominado al Premio Oscar. A no ser que su éxito resida en ser un joven blanco y gordo, algo nerd o geek que ha logrado destacarse en Hollywood. Por el contrario jóvenes actores dentro del cine realizado en Estados Unidos, que se han destacado con no solo uno sino varias buenas interpretaciones en 2011, se fueron sin nominación alguna, tal es el caso de Ryan Gossling o Michael Fassbender. Este es uno de tantos absurdos injustos que se ven en los Premios Oscar.
La banda sonora de Mychael Danna para Moneyball se compone de tenues ecos de los momentos, porque aunque se retrata algo real, esa realidad es una evocación de la realidad, así trasvasada por nuestra memoria y sentimientos. La evocación surge de la mano en que se ha compuesto la película, de por sí es un hecho real que la película viene a recordar. Para ello se recurre a líneas narrativas atravesando el tiempo, esta el pasado de beisbolista del gerente de los Atléticos de Oakland, las eliminaciones previas en temporadas pasadas, la búsqueda de un cambio y la racha ganadora. Todo como pequeños bloques de una sola historia que se basa en como y porque puede surgir un suceso extraordinario, cuando como dice el personaje principal, se esta unos metros debajo de la “basura”, el fondo de la tabla en la liga de beisbol estadounidense.
Recientemente se endioso a la película La Red Social de David Fincher, el año pasado, por algún sector de la crítica y del publico, como la nueva forma de hacer cine, lo cual no entendí realmente que significaba, pues a no ser alguna escena especial de la película, esta en sí misma, reflejaba sí algo histórico en la sociedad actual, pero cinematográficamente, la película en sí, no mostraba una propuesta merecedora de estar marcando ningún hito. No es que Moneyball sí lo haga, pero sí quiero señalar, que sí se habla de un nuevo cine estadounidense, o de nuevos estilos, películas como esta, podrían marcar unos derroteros mucho más interesantes, tanto en la discreción de toda la puesta en escena, la edición y la fotografía, lo cual repercute en una fluidez narrativa tan ágil como se puede retratar la realidad estadounidense de un hecho como el que se cuenta la historia. Y al mismo tiempo tan honesta como para transmitir, la atmosfera emocional de lo que viven los personajes. En nuestra opinión por composición estética cinematográfica, una de las mejores apuestas de las películas que se encuentran nominadas al Oscar a Mejor Película.


Director: Bennet Miller. Guión: Steven Zaillian y Aaron Sorkin con una historia de Chervin y basados en el libro “Moneyball: El arte de ganar un juego desleal” de Michael Lewis.
Reparto: Brad Pitt, Philip Seymour Hoffman, Johan Hill, Robin Wright, Chris Pratt, Nick Searcy. Fotografía: Wally Pfister. Música: Mychael Danna. Edición: Christopher Tellefsen.
Productores: Michael De Luca, Rachael Horovitz y Brad Pitt.
Productoras: Columbia Pictures, Scott Rudin Productions, Michael De Luca Productions, Film Rites, Specialty Films (II).

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